Es un día especial y los pasillos del centro de discapacidad están abarrotados. La noticia de que ha llegado un podólogo español para evaluar los casos susceptibles de ser operados ha viajado de boca en boca por toda la comarca, y los padres de los desahuciados han visto una esperanza para poner fin al padecer de sus hijos.
El centro Provincial de Personas con Discapacidad de Azrú fue construido y equipado por el Estado marroquí, en colaboración con el gobierno local y la Universidad de Al Akhawayn. En enero del año pasado, la ONG Felicidad sin Fronteras se hizo con la gestión del centro. Si se eligió esta localidad fue por la gran cantidad de discapacitados que existen en la zona.
Ser persona con discapacidad en Marruecos tiene dificultades añadidas, y no solo por la falta de adaptación de los servicios y las administraciones. La falta de sensibilización es preocupante, hasta tal punto que muchas familias esconden a sus hijos por vergüenza. “Se hace más difícil ayudarles porque no tenemos estadísticas, en Marruecos no existe un espacio para ellos”, apunta Abderrahim El Jirari, el presidente de la ONG. El Jirari es un tipo tranquilo que lamenta esta problemática cultural, “Intentamos integrarles y sabemos de casos que al enterarse de nuestra existencia, han sacado a sus hijos a la calle con la esperanza de encontrar nuestra ayuda. Cuando no podemos mejorar sus condiciones de vida realizamos acciones de integración. Les intentamos hacer sentir parte de la comunidad”.
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