La migración como fenómeno social en la actualidad supone un “problema” para los países de destino en términos culturales, políticos, económicos y, principalmente, de opinión pública. Esto supone ampliación de la interconexión mundial y aumento de flujos transfronterizos de capital, productos, ideas y también de personas.
A partir de la segunda Mitad del Siglo XX, los movimientos migratorios se han erigido como factor clave de cambio social debido a su concentración en países y regiones determinados, principalmente en función de yacimientos de empleo situados en ciudades de países occidentales. Esto genera cambios radicales en el desarrollo tanto de países de origen como de destino. Pero también en estos últimos años producto de la crisis mundial vivimos una situación de retorno “voluntario” de compatriotas de diversos sectores para los que no hay opciones en situaciones laborales, sociales, educativas y/o culturales.